[El mundo] 25-3-19

Me pasé la tarde buscando que algo me salve. Caminé por Cabildo esperando la serendipia que me prometió Cohelo y me terminé encontrando, saltando como un niño, de la tierra al cielo de New York. Chorreando grasa de las capitales, transformándolo todo mientras tomaba el agua del río de la plata en un vaso del Mc. Me hundí en las venas abiertas de latinoamérica y volví más fuerte y consciente que nunca. Me permití, por primera vez, temerle a los cuervos que 30.000 veces gritaban al viento por la avenida en la víspera de un día pesado. Como un gato en catnip, me la jugué, porque a veces no hace falta ver para viajar. Era un viejo, con una boina que, de frente a los negocios, tocaba un paso doble a ritmo de guitarra y armónica. Un viejo fuerte, amaestrado por la vida.

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