[Samba] 04-02-21

Horacio salió del baño con la remera blanca vomitada, se sento en el escritorio y con las últimas fuerzas antes de quedarse dormido, escribió:

llegué temprano de nuevo, después de 40 años caminando el desierto, con los pies llagados de patear por alfombras de cuarzo. Te miré a los ojos y estabas bien. Habitaba la duda en tu mentón partido y te obligaba a hacer gestos extraños cuando mentías, pero estabas bien. Sólo que no lo sabías.

Nos dedicamos tiempo, porque es lo que único que tenemos. Me lo dijiste una vez, toda torpe, mientras sonreías con la fuerza de las raíces e invocabas las imágenes más exuberantes del planeta. En ese momento supe que en alguna parte del mundo, una ciudad se desbordaba de zombies, Pompeya explotaba entre cenizas, sonaban los Guns por primera vez en un estéreo y alguien fundía un casino.

Era tan potente la luz, que la sombra se ponía agria y se pudría.

A la gente le vuela la cabeza la gilada y acá el viento no se anima a entrar por la ventana para no hacer ruido. Me pediste aire en todos los sentidos, aire en movimiento. Y el chabón no se animaba. ¡Entrá, te lo pido por favor! ¡Como un huracán entrá y llevate todo puesto! ¡Dale! Como una brisa aunque sea. Moveme una hojita de la impresora, abanicame las cortinas, así por lo menos se que andás por acá. Moveme los pelitos de los brazos y que me suba el fresco por la columna para saber que estoy vivo. Algo haceme…

Mañana voy a estar diferente, lo prometo, pero tengo cosas que hacer. Si querés podes ser un ratito de mi procrastinación.

Afuera los autos se mueven y me da gracia que todavía exista un “afuera”. Soy un nudito de ansiedad por 15 minutos pero después relajo. Me siento raro y sé que Raro es el comodín del mundo porque nada es normal hace rato. Le peleamos el cachito hasta el último suspiro como si de eso dependiese el sentido de las cosas. Como si lo normal sirviese de escudo para poder aprehenderlo. Posta nena, afuera (todavía me hace gracia) la gente no se hace preguntas. O si se las hace, se las guardan con recelo, mezquinos de que se las roben.

Bancame.

Cómo cuesta escribir cuando se siente raro. Lo más real que veo en estos días es el tipo que me vende los camellos. Mis cafés dicen que soy “El sumun de la empatía”. Cuando no puedo dejar de escucharlos subo y bajo las escaleras corriendo, llego a los descansos y hago saltos de rana, en cada matafuegos aspiro hondo para bajar la acidez. Me estoy volviendo un tipo ácido. PH 0 en la barriga. Todo lo que no mastiqué por la ansiedad se funde solo ahí dentro.

Soy ese monstruito que juré domesticar. Soy ese monstruito hasta que me siento, miro el mate, lo cebo y le meto un sorbo.

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