
Afuera llovía con destellos de una temerosa intensidad. De la misma forma copiosa que hace días inundaba las calles de la Capital. Acevedo comprendió en una serendipia repetida que iba a ser otra noche de quedarse adentro escribiendo.
Envió un mensaje para cancelar una salida y, mientras se disponía a abrir un bloc de notas, de la esquina inferior derecha se asomó una notificación que lo dejó pensando.