[Tratado sobre el espejismo] 08-08-23

Siempre hay un plan

Sintió una incomodidad propia de vestirse con un sweater de lana sin nada debajo, esto lo impulsó a moverse, pero no a rascarse, sino moverse con los hombros en un sacudón. Con la sacudida soñó pensarla menos.

Con las manos vibrantes de energía creativa tocó el teclado como si lo estuviese observando Schopenhauer. En un acto vil de voluntad irascible escribió:

Hoy, 27 de marzo de 2003, siendo las 23:23, tengo la liviandad de las mariposas.

Dos horas de haber hablado alcanzaron para derruir el manto blanco que años de terapia se ocuparon de apoyar sobre los sentimientos que me dan miedo. Bajo el relente de la luna, el escritor concentra cierto brillo inmaculado. El escritor lentamente se convierte en prosa.

No hay absolutamente nada que evite que cerrar los ojos se convierta en un campo minado lleno de comisuras. De mentón partido y calada de tabaco. De nuevo. Cierro los ojos y siento ciertos los espejismos que tus lentes me devuelven de mí. Me veo más brillante del otro lado, de lo que fui durante eternas colonias de verano dónde la inocencia hacía eco y sorpresa del descubrimiento cotidiano del cuerpo.

Y al sostenerte la mirada, estás blindada. Una película impide que vea dentro, que explore tus vulnerabilidades, que me anime a preguntarte qué pensas de la gente mala leche o cuál es, para vos, el secreto de amanecer bien despierta.

Te reconozco fiel a tu narrativa, resolviendo misterios dónde nadie perdió el poncho. Creando laberintos para recorrerlos gritando y a ciegas. Lo digo yo, que en una vulgar demostración de poder, supe arrancarle el ánimo a un vampiro.

Pequeño reflejo de razón
Quimera luxada, sonrisa ambigua
Melena de camaleón
Veo lo que quieras que vea

Pedestal de mis fantasias
Cariñito de primavera
Quiero beber de tus jugos
Y amanecer entre tus piernas

Resquicio de locura
Te Vi llorar en mis sueños
Vomitando ramos de flores
¿Cuál es el motivo que te aleja?

Te invito a pintar en cuadernos
A cantar por lo bajo
Aquello que no te deja dormir
Lo que te junta las cejas

Al día de la fecha, mis hombros concentran el peso de tus brazos y el recodo que se forma entre la confianza y la connivencia. Del diálogo que se escapa, a la excusa justa para encontrarnos siempre que las cosas pasan.

Quiero hacerte un búnker de huesos y carne, que la sangre sea tu tinta, para que escribas incontables veces, como un castigo, lo bien que hicimos al amarnos. Puedo doblar el tiempo, para que de pronto tenga sentido el habernos perdido de tantas cosas, para eliminar la nostalgia y los pensamientos automáticos, y hacer luz en los espacios de sombra que preferimos no traer al presente.

Después de todo y tantas vidas, ya no somos, por suerte, los mismos de los que sentimos verguenza en otros tiempos.

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