Me acosté deseando, me desperté conmovido.
Con la piel llena de arrugas, ajado, como un diamante débil.
Las teclas, blancas y negras, sufrían la presión.
Una voz se asomaba por los parlantes que era un rugido.
Me pregunto si habrá tiempo para rememorar,
o simplemente la luz y un beso en la garganta.
Vidrios que bajan por el esófago y ni putas ganas de llorar,
ni las más mínimas ganas de brillar. Opaco, tímido de vos
Las letras se acomodan de a poco, van formando una escalera,
un precipicio, un lago, un bosque, una noche.
La mas profunda noche que tuve la posibilidad de gritar.
Los dedos se aprietan, cansancio, humedad, olor a humedad.
Pequeñas franjas tornasoladas, el pan viejo y duro,
el queso rancio, la sopa que rebosa grasa.
Bronca, porque hubo y hay bronca,
no poder expresarse en el delicado momento.
Se acelera, de a poco pero se acelera. El viento que suena.
Pequeños destellos entre las sabanas, algo que contar.
Fricción de pequeños rozamientos que despiertan el fuego,
los pelos en las falanges arden y danzan.
Corretean como una estampida, empujando y llevándose.
Ellos son todo, están en todo, van por todo.
Corretean y se detienen en impaciente movimiento.
A cabezazos limpios agitan el aire y rebuznan.
Se siente ese calor de aliento, de párpados cerrados.
el tiempo.