Tratado sobre el Recuerdo [10-02-25]

“Subdue the regret. Dust yourself off, proceed. You’ll get it in the next life, where you don’t make mistakes. Do what you can with this one, while you’re alive.” D.E.

“No hay forma incorrecta de sentir”

Se dijo a sí mismo en un esfuerzo de contener la realidad. Afuera llovía, igual que adentro, pero afuera tenía un límite.

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[Tratado sobre la Magia] 04-09-23

Se ajustó la corbata con un movimiento que copió de una película. Le gustaba la sensación de tener algo en qué apoyarse. Una narrativa omnipotente como el pop que aunase narrativas pequeñas. La sonrisa no tenía nada que ver con el resto. A través de los gestos se escapaba, salvaje, la potencia del sol.

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[Tratado sobre el espejismo] 08-08-23

Siempre hay un plan

Sintió una incomodidad propia de vestirse con un sweater de lana sin nada debajo, esto lo impulsó a moverse, pero no a rascarse, sino moverse con los hombros en un sacudón. Con la sacudida soñó pensarla menos.

Con las manos vibrantes de energía creativa tocó el teclado como si lo estuviese observando Schopenhauer. En un acto vil de voluntad irascible escribió:

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[Caso Fortuito] 25-02-22

Se bajó de la bicicleta enérgico.

Acevedo tomaba sol de vez en cuando. Asterión descuidaba su laberinto para ver qué pasaba afuera. Solía caminar por largos ratos mientras cuestionaba fenómenos inoportunos. La gente lo distraía inoportunamente, lo que le servía para ir por rutas inexploradas. Por ahí, un detalle rojo en una mochila lo hacía pensar en una cosa, que llevaba a otra, que aterrizaba en el sentido de las rayas de los tigres o la falibilidad del sistema previsional japonés. Amaba hacerse mierda contra el caos para fundirse en las líneas de sentido asociadas a la libertad creadora del pensamiento. Cada tanto hacía un parate, tomaba una bicicleta y conectaba automático a las emociones mientras pedaleaba. Lloraba a los gritos cuando cruzaba una avenida, cantaba contento recorriendo callecitas o apretaba los dientes para ver qué tan lejos podía llegar antes de que estallasen.

El trance del contexto lo levantaba como si fuese una droga. La sensación de omnipotencia, el vacío infinito atrás y la aleatoriedad por delante. Todo eso hacía que se bajase gigante, con pasos seguros. Situación que aprovechaba para ubicar la mejor sombra que sirviese de cuna para la siesta o de plataforma panóptica. Bajo la cobertura de los árboles, a plena luz del día, se sentía invisible.

Cuando el optimismo duraba más que la tensión de los músculos ejercitados, arremetía contra la hoja e imprimía recuerdos:

Me arden las manos.
Siento fuego entre los dedos,
el anillo se derrite,
las uñas enrojecen.

Veneno en la sien.
El verde de las hojas.
Hay camiones que esperan
al sol para que cruce la calle.

El viento mueve las cortinas.
Afuera, el cielo es azul brillante,
las baldosas tambalean,
y el humo marea a la gente.

Vibrante de luz, la música.
Te movés reflejando comodidad,
tu mirada amarilla,
y el roce de las sábanas.

Camino desnudo, liviano.
Arrastro los pies,
soy un elemento furtivo,
tu evento fortuito.