[Tratado sobre la Magia] 04-09-23

Se ajustó la corbata con un movimiento que copió de una película. Le gustaba la sensación de tener algo en qué apoyarse. Una narrativa omnipotente como el pop que aunase narrativas pequeñas. La sonrisa no tenía nada que ver con el resto. A través de los gestos se escapaba, salvaje, la potencia del sol.

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[Tratado sobre el espejismo] 08-08-23

Siempre hay un plan

Sintió una incomodidad propia de vestirse con un sweater de lana sin nada debajo, esto lo impulsó a moverse, pero no a rascarse, sino moverse con los hombros en un sacudón. Con la sacudida soñó pensarla menos.

Con las manos vibrantes de energía creativa tocó el teclado como si lo estuviese observando Schopenhauer. En un acto vil de voluntad irascible escribió:

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[Caso Fortuito] 25-02-22

Se bajó de la bicicleta enérgico.

Acevedo tomaba sol de vez en cuando. Asterión descuidaba su laberinto para ver qué pasaba afuera. Solía caminar por largos ratos mientras cuestionaba fenómenos inoportunos. La gente lo distraía inoportunamente, lo que le servía para ir por rutas inexploradas. Por ahí, un detalle rojo en una mochila lo hacía pensar en una cosa, que llevaba a otra, que aterrizaba en el sentido de las rayas de los tigres o la falibilidad del sistema previsional japonés. Amaba hacerse mierda contra el caos para fundirse en las líneas de sentido asociadas a la libertad creadora del pensamiento. Cada tanto hacía un parate, tomaba una bicicleta y conectaba automático a las emociones mientras pedaleaba. Lloraba a los gritos cuando cruzaba una avenida, cantaba contento recorriendo callecitas o apretaba los dientes para ver qué tan lejos podía llegar antes de que estallasen.

El trance del contexto lo levantaba como si fuese una droga. La sensación de omnipotencia, el vacío infinito atrás y la aleatoriedad por delante. Todo eso hacía que se bajase gigante, con pasos seguros. Situación que aprovechaba para ubicar la mejor sombra que sirviese de cuna para la siesta o de plataforma panóptica. Bajo la cobertura de los árboles, a plena luz del día, se sentía invisible.

Cuando el optimismo duraba más que la tensión de los músculos ejercitados, arremetía contra la hoja e imprimía recuerdos:

Me arden las manos.
Siento fuego entre los dedos,
el anillo se derrite,
las uñas enrojecen.

Veneno en la sien.
El verde de las hojas.
Hay camiones que esperan
al sol para que cruce la calle.

El viento mueve las cortinas.
Afuera, el cielo es azul brillante,
las baldosas tambalean,
y el humo marea a la gente.

Vibrante de luz, la música.
Te movés reflejando comodidad,
tu mirada amarilla,
y el roce de las sábanas.

Camino desnudo, liviano.
Arrastro los pies,
soy un elemento furtivo,
tu evento fortuito.

[Desmalezar] 20-02-22

Atte. Colores:

Recuerdo tus manos manchadas acariciándome el pelo. Creo que una parte dejó de sentir en ese colectivo.

“Sos mi persona favorita”

Me es inevitable enfrentarme al tiempo como un continuo, sin vos, con las películas que nos hicimos y nos prometimos. Ahora escribo en la multitud y amaría el trato que me deje mudo y manco a cambio de que las cosas hayan sido diferentes. No sé, recuerdo la magia que tenías para evadir escucharte y mi fuerza bruta para entrar en las conversaciones.

Hay una línea punteada que me limita de andar haciendo boludeces. Las hago igual y me traiciono con un gusto a sangre en la boca que me da asco pero me encanta. Me la muerdo cada vez que el pulgar se mueve solo.

Pero me encanta saber que estás bien, bien lejos pero bien. Por sobre todo, amo arrancarme la cascarita de la templanza para que supure la ansiedad.

Siete veces por semana sueño que te mando mensajes diciendo que no me quiero despertar. ¿Habrase visto tamaño pelotudo?

Florecieron los girasoles pero no quise escribirte. Murió la reina pero no quise escribirte. Bajó la espuma del miedo pero no quise escribirte. Te excede cualquier intento de ser escrita. Sos de los sonidos y los colores, mientras yo tengo la muñeca muerta y el lápiz sin punta.

Extrañamente, el mundo está en otra y no se da cuenta. Espera el subte en Urquiza con la esperanza de que no llegue nunca, de volver a oler hibiscus y sonrisas, de darle un beso a los bichos y mostrarte contento la mejor forma de robarse una planta.

Espero que estés bien, muchas gracias.