La cantidad de cosas que pasan en la cama
por momentos, es un pedacito de panamericana
un sube y baja, sin esfuerzo, un arenero
la cuna de la filosofía y el arder de Gomorra
es agua, un río torrentoso, el mar muerto
como la atemporalidad de un suspiro insomne
el hilo que ata un matambre de ansiedad
los dientes de la boca castaneando bruxismo
el más cómodo de los contactos, un abrazo.
Pasan las cosas más raras en la cama
el cazador y la presa, el yunque y el martillo
sonido hueco a pata de madera sobre el parqué
una locura atrás de otra, la calma del día
el contrapeso propio, un oráculo ciego
un medio secreto mezclado con pólvora
el silencio de los inocentes que leen
testigos del cielo de Buenos Aires nublado
el descanso impune de la incertidumbre
un espacio atravesado por el otro.
El fondo sin fondo, mil imágenes superpuestas
un segundo inmanente antes de morir
para volver a vivir una verdad, un todo.