Te debo un par de poesías
que me tragué el otro día
cuando me ganó el orgullo.
Te extraño como te extraña
el frasco de dulce de calabaza
que tirita en la heladera vacía.
Anduve pateando las calles
que pateábamos de la mano
con el recuerdo loco, blureado.
Sin entender bien que pasó.
Si tu posición leonina, o mi raye,
tan geminiano que espanta.
Espero que estés bien, espero.
Porque fuiste sensación y calma
en las revoluciones del océano.
Que tu luz te ilumine, te dé paz
como cuando apoyaba la cabeza
en el descanso de tus muslos.