
El blanco encandila.
Hay un cierto histeriqueo merodeando en las lineas.
Parece que me dormí hace mil años.
No hay forma, ya la locura se vistió de constelación.
Lo que si hay, y con bronca se da la cabeza contra la pared,
es el olor a encierro, lo que me olvide en el pasto,
en la plaza, en la galería, en la libertad de estar ahí afuera.