Se le accidentó la noche, cuando se levantó del piso ya era de día. Iba montada en el brioso corcel de los escritores que escriben barroco para reírse de si mismos hasta que de pronto se le atravesó el tiempo y ¡Pum! El desastre.
Mueve la boca. Habla. Mueve la boca incontable cantidad de veces. Emite su opinión, aconseja y advierte. Por momentos ríe y sonríe. La boca canta cuando está sola. Amasa y muerde, decapita oraciones. Dibuja círculos de asombro, lineas y puntos. La boca húmeda, de miel, se ensucia. La boca hiere. Interpreta otras bocas. La boca conceptual, política, de todos. Tensa la boca en un rictus neutro. La boca transmite. Vibra y baila. Endiosa la boca, cela y se relame. La boca fuma, come y escupe. Toma un sorbo, degusta, siente el amargor momentáneo. Desliza el labio inferior. El contacto con otra piel olivácea. La boca cubre el rocío. Gime la boca. La boca chupa. Se tensa y descansa. Toma aire, suspira por la boca. Es boca. Se desboca. Cae de boca. La boca se calla. Es calle. La boca convoca. Resalta sobre el fondo negro, la roja boca. Estira sus comisuras, sus grietas y voluptuosidades. La boca se abre y se cierra. Es limítrofe del afuera con lo que pasa adentro. La boca muralla. La boca une. La boca puente. La boca se asusta, se retuerce, loca. Vuela y delira, imbécil. Babea la boca repugnante. Hedionda libera olores muertos porque liviana, la boca, apunta al cielo. Tranquila la boca, plácidamente yace.
Ya pasaron varios años desde la ultima vez que me calmaron unas palabras. Me acuerdo todavía aquella tarde que me pasaste una grabación de un tema del flaco. Me permitiste escribir, me destrabaste la rosca.
No te das cuenta lo loco que es oír las sirenas por la ventana, anunciando la necesidad de visitar la asolación. Esto es tan raro, tan atípico.
Desde la visita al Parque Centenario que me doy cuenta que debo evitar las plazas. Quizá sea por la inmensidad de los espacios o de la situación, que hace que tienda a los replanteos. Pasa que viví cosas que me lastimaron banda y aprovecho la sentada frente al escritorio para abrir el pecho y desparramar un poco lo que hay dentro. Te juro que podría escribir una ópera a las decisiones equivocadas, pero es cuestión de mirar alrededor y darme cuenta de lo necesario que es cierto tipo de arte en este mundo.