[Juicio] 4-12-19

Me desconcentro y dejo de escribir. Separo la vista de la hoja y entro a la página que me recomendó un amigo para ver videos. Recorro con la vista la vidriera. Los videos se me tiran encima, quieren que los lleve conmigo, como un virus.

Son personas con ganas de contar historias. Es la historia de la historia, la necesidad de transmitir, de expresarse. No importa el contenido si entretiene. Se dignifica en el hecho de permitirme transcurrir. El entretenimiento es eso que hace que el tiempo no sea lija. Tenernos en un entre. Entre A y B. Entre que haces algo y otra cosa.

Me llama la atención un disco que envejece bien. Otra forma de decir que antes no me gustaba tanto pero ahora sí. Un eufemismo. Lo políticamente correcto o el mejor disfraz que se pudo alquilar. Mirá cuando toque devolverlo. ¿Con qué cara nos vamos a mirar? Tranqui, no pasa una, la dibujamos. La opresión siempre fue políticamente correcta y nadie dijo nada.

¿Realmente apretarías el botón rojo que haría desaparecer todo? ¿Qué fue del impulso de autoconservación? ¿Existe todavía ese antro? Me retrotraigo. Me traigo. Me llevo conmigo. Me dejo llevar por las cosas que hacen fuerza. Pequeños campos gravitatorios vivos. Yo y mi masa. No puedo no ser yo. Separo la mano del botón.

Nos expresamos contando el cuento, a riesgo de olvidar una dimensión de la persona al momento de representarnos. Somos una muestra gratis para cada persona con la que intercambiamos. Buscamos la profundidad exacta desde donde poder hacer pie. Soy yo cristalizado en un entramado infinito. Sos ese vos que me tocó tocar. Demasiado desparramo de suerte que nos haya tocado esta realidad. Por un momento nos podemos dar el gusto de ser eso que nos gusta. Una isla en el medio del oceano de frívola amusement.

De pronto salta una ventana tapando la mitad del cuento. Otra vez me colgué apretando el “Shift”. Pasaron cuatro horas. Mejor sigo escribiendo mañana, me voy a la cama.

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